Ibiza y Formentera

El otoño es una época fenomenal para hacer una escapada, para disfrutar de esos sitios que en pleno verano están abarrotados. Una buena opción puede ser visitar las Pitiusas. Si no las conoces te enamorarás y si ya las conoces, no te importará volver.  


Tras volar a Ibiza, nos desplazamos en Ferry a Formentera y en apenas media hora estamos ya en el puerto de La Savina dispuestos a disfrutar de cuatro días en la isla. Aunque no sea muy grande, para moverte es conveniente disponer de coche así que puedes alquilar uno o también puedes embarcarte con el tuyo en Denia y hacer el trayecto hasta Formentera. Otra opción es una moto o la bicicleta ya que en general la isla es bastante plana.

Un buen comienzo, especialmente si la hora de comer está cerca, es tomarse un arroz con bogavante en Sa Sequi, contemplando al fondo la silueta de Es Vedrá y disfrutando de los azules del mar. Para bajar un poco ese arroz, puedes darte un paseo tanto andando como en bici hasta el Beso Beach, un animado chiringuito junto a las blancas arenas de  Playa de Illetes.
Nuestro alojamiento en Formentera, el Hotel Casbah,  se encuentra situado en el corazón de la isla, entre pinos y sabinas. Su construcción es a base de pequeños bungalows encalados que le dan un aspecto de zoco árabe muy acogedor. Además, cuenta con una agradable piscina rodeada de un cuidado jardín y unas buenas zonas donde disfrutar de una cerveza o una copa.
Pero antes de saborear esa cerveza junto a la piscina, nos acercamos a Cala Migjorn para darnos nuestro primer baño en las azules aguas  de Formentera. Para cenar decidimos hacerlo en el restaurante del hotel y fue todo un acierto porque además de no tener que desplazarte a ningún sitio, es uno de los mejores de la isla. Tanto el tartar de atún rojo como la sirvia o pez limón, estaban deliciosos. Un Gin&Tonic pone punto final a nuestro primer día.
Comenzamos nuestra segunda jornada con un paseo por Sant Francesc, capital de Formentera. A pesar de ser la población más grande de la isla, no esperes encontrarte una ciudad sino un agradable pueblo de casas blancas con abundantes comercios y restaurantes. De Sant Francesc, destacar su iglesia con una forma más de fortaleza que de templo, y es que, además de servir como lugar de oración, también tenia la función de refugio contra los ataques piratas.
Continuamos nuestra excursión hasta el Faro de Barbaria, en el extremo sur de la isla. Si el faro ya era un lugar visitado para contemplar la puesta de sol, posiblemente lo sea más desde que Paz Vega rodara a las órdenes de Julio Medem la película "Lucia y el sexo". Además del faro échale un vistazo a la Cueva Foradada y a la Torre Garroveret, una de las torres, distribuidas por toda la isla, que servían de vigilancia contra los ataques berberiscos.
El resto del día, lo pasamos en Cala Saona disfrutando de sus transparentes aguas turquesas y de una buena comida en el Restaurante Sol. Terminamos el día en  Es Caló, donde esperamos hasta la puesta de sol antes de cenar en  La Trastienda de San Ferran.
Comienza nuestro tercer día y antes de embarcarnos en una experiencia inolvidable, visitamos el Faro de La Mola. Hasta llegar a él, empápate del más puro paisaje ofiusino o formenterense, los muros de piedra que delimitan las carreteras, las higueras sometidas a los estalons para conseguir un crecimiento horizontal, como grandes sombrillas,  o el molino Vell de 1778. El Faro de La Mola, además de ser un lugar excepcional para ver amanecer, es también un lugar para recordar a Julio Verne, ya que un pequeño monumento nos indica que este faro inspiró algún aspecto de su obra Héctor Servadac.
Como decía antes, una experiencia que no debes dejar pasar en Formentera es la de darte un paseo en Llaüt. Estas tradicionales embarcaciones, te permitirán disfrutar de una navegación pausada, de la compañía  y de la perspectiva de ver la isla desde el mar. Desde el puerto de La Savina, llegamos hasta la Playa de Illetes para luego volver sobre nuestra estela y fondear en Cala Saona tras visitar unas cuevas en la zona de Punta Rasa. Ya que el almuerzo ha sido a base de bocadillos y cerveza, no está de más tomarse un buen plato de pasta en Café del Lago para terminar el día.
El último día en Formentera, lo dedicamos a jornada playera. La costa sur, está definida mayoritariamente por arenales que van desde Mal Pas hasta Caló des Mort. A menudo, los accesos no están marcados como accesos a playas sino como puntos kilométricos o accesos a restaurantes o chiringuitos. En cualquier caso no puedes perderte Caló des Mort, aunque luego te bañes en Es Arenals, ni dejar de ver Chiringuitos como Blue Bar, Pirata Bus, Tiburón o Lucky Bar. Para despedir el día, una cena en el restaurante  Macondo de Sant Ferran,  la que dicen es la mejor pizzería de la isla.
Abandonamos Formentera sabiendo que nos quedan cosas por ver, como Las Salinas,  pero al mismo tiempo reconociendo que todo lo que hemos visto había que verlo.

Como te podías esperar, llegamos a Ibiza y es casi la hora de comer y qué mejor forma que hacerlo en Cala Comte, una de las playas emblemáticas de Ibiza,  disfrutando de sus aguas y sus vistas desde el restaurante Ses Roques. Más tarde, saboreamos los últimos rayos de sol en Cala d'Hort y el mirador de Es Vedrá. Terminamos el día con un paseo por Dalt Vila,  algo que te recomiendo tanto de día como de noche y una agradable cena en Plaza Sol.
Tratar de visitar todas las calas de Ibiza es una tarea imposible en lo que nos queda de estancia en la isla así que hoy nos centramos en las ubicadas en la zona este. Todas estas playas, son más apetecibles por la mañana, ya que muchas se encuentran protegidas por altos acantilados que no dejan asomarse al sol de media tarde. Tras una visita a San Carles cuya iglesia de 1785 recuerda a las misiones establecidas en California, nos dirigimos a la playa de Aigües Blanques, preciosa playa donde además de disfrutar del sol y del agua puedes darte también baños de barro. Aigües Blanques, cuenta con un chiringuito cuyo único atractivo, es precisamente eso, que está ahí. No es nada del otro mundo pero es suficiente para comer. Después visitamos otras calas como Cala Boix de arena oscura; Cala Mastella con el mitico chiringuito El Bigotes; o las calas de  Llenya y Es Canar, algo más turísticas y urbanizadas.
Ultimo día en Ibiza. Sí, todo tiene que tener un final y no puedo estar de vacaciones eternamente, hay que volver al trabajo y pensar en la próxima escapada.
Parte del día lo pasamos en otra de las emblemáticas playas de Ibiza, Ses Salines. Situada en el Parque Natural de Las Salinas, al sur de la isla, es todo un referente para famosos y famosillos, vamos, para los amantes del postureo. Pero también, debido a su arena blanca y a ser una playa de aguas tranquilas y poca profundidad ideal para ir con gente menuda. No me encontré con ningún famoso pero sí vi un autentico mercadillo ambulante de frutas, pareos y vestidos.
De regreso a Eivissa, dedicamos la tarde a pasear por Dalt Vila, a empaparnos de la historia de la "ciudad alta", así que si quieres acompañarme, ponte un calzado cómodo y sígueme.
Desde su fundación por los cartagineses (Ibosim), Ibiza ha sido conquistada por unos y por otros, ha pasado de pertenecer al Imperio Romano (Ebusus) a pertenecer al Califato de Córdoba (Yebisah) hasta ser finalmente reconquistada por Guillermo Montgrí para la corona de Aragón.
La construcción de sus murallas, se debe fundamentalmente al empeño de Felipe II para proteger la ciudad de los ataques de piratas y berberiscos y asegurar el comercio de la sal.

La entrada, como es habitual, hay que hacerla por la puerta principal o Portal de Ses Taules y a continuación, mi recomendación es que sigas el recorrido marcado en los paneles informativos y no perderte ningún rincón. Dirígete al Baluarte de Santa Lucia para apreciar las vistas sobre la bahía y La Marina, sigue hasta la Catedral después de pasar por el Ayuntamiento (antiguo convento dominico) o el convento de San Cristóbal. Disfruta perdiéndote por las calles empedradas, asomándote a los patios y zaguanes de las Casonas y Palacios. Visita alguna de las tiendas o galerías de arte de la Calle Santa Creu, algunas de ellas excavadas en la misma muralla. Si decides parar a tomar algo dentro de Dalt Vila,  en la Plaza de la Vila hay una gran oferta. Nosotros decidimos abandonar la ciudad amurallada y tomar un pincho en Can Terra para luego cenar en Es Mercat y terminar con un Gin&Tonic en Tirapallá.
Hasta aquí ha dado de sí nuestro paso por Ibiza y Formentera, espero que esta información te sea útil si decides visitar estas islas cuyas playas no tienen nada que envidiar a las del Caribe.

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