Villalbilla de Gumiel

Para los que vivimos en las grandes ciudades, realizar una pequeña escapada de fin de semana supone todo un descanso que, a menudo se convierte en necesidad. Buscamos desconectar del día a día, salir de la rutina y juntarnos con amigos o disfrutar de la familia en un entorno distinto. Tampoco queremos pasar muchas horas al volante, especialmente el domingo de regreso. Trázate un círculo de unos 200 ó 300 kilómetros alrededor de tu casa y verás la gran oferta de que dispones. Hoy te presento una opción que aúna aspectos fundamentalmente culturales y gastronómicos.

Posiblemente nunca te hayas planteado hacer una parada en Villalbilla de Gumiel, y es que a decir verdad, no tiene nada de especial. No es un pueblo que destaque por sus casas blasonadas, palacios o monasterios. Lo que hace que Villalbilla sea especial, es precisamente eso, nada. El silencio, la tranquilidad y el sosiego del campo castellano.


Otro aspecto que hace de este pequeño pueblo un lugar ideal para un fin de semana es la cercanía de otros destacados lugares de interés y una acogedora casa rural. La CR La Pacheca, te ofrece un agradable alojamiento para catorce personas -ideal para siete parejas- desde donde puedes planificar el resto de excursiones. Su gestión corre a cargo de Alberto y Jose Manuel, que seguro te ayudan con la planificación. Mi recomendación es la siguiente.

El viernes, una vez que hayas tomado posesión del alojamiento, desplázate hasta  Aranda de Duero (20 Km). Procura visitar sus antiguas bodegas, toda Aranda esta escavada. Descubre las intrigas cortesanas fraguadas en torno a la iglesia de Santa Maria. Pasea por sus calles y aprovecha para cenar de tapeo, eso sí con moderación si eres el que conduces de vuelta. El Lagar de Isilla, El Ciprés o El Somatén pueden ser alguno de los múltiples locales donde saborear unas tapas.


El sábado es el día fuerte, así que prepárate un buen desayuno que te ayude a aguantar hasta el mediodía.
Empieza la jornada visitando el Monasterio de Santo Domingo de Silos (31 Km). Si tienes la oportunidad, escucha el canto gregoriano de sus monjes benedictinos y no dejes de pasear por su claustro románico. Si vas con niños, enséñales el ciprés centenario situado en el centro del claustro y la secuoya de la entrada principal.


No lejos de Santo Domingo, apenas a 3 Km, se encuentra el desfiladero de La Yecla, horadado durante millones de años por el arroyo El Cauce. Sus seiscientos metros de puentes y pasarelas no te dejaran indiferente.


Has llegado al punto intermedio de la jornada, así que te puedes permitir un pequeño homenaje. El restaurante El Prado de las Merinas, con Helena al frente,  es un buen lugar donde degustar la gastronomía de la zona para posteriormente acercarte a Caleruega.  

Paseando por el claustro del Real Monasterio de Santo Domingo de Guzmán, podrás observar el paso del tiempo desde el inicio de su construcción en el siglo XIII hasta la posterior edificación en ladrillo del sobreclaustro del siglo XVIII.


La jornada ha sido larga y ha llegado el momento de que disfrutes de la casa rural. Después de cenar, una mesa de billar y un futbolín te ayudarán a divertirte en compañia de los tuyos.

El domingo, antes de volver a la realidad del día a día, te propongo una última visita a Peñaranda de Duero (20 Km). Ya sólo la plaza mayor merece la visita, con sus casas tradicionales de adobe y entramado de madera, pero ya puestos, no dejes de visitar el Palacio de Avellaneda ni la Colegiata de Santa Ana y por último una panorámica general desde el Castillo.


Ya de regreso y en un ambiente completamente familiar gracias a Gabriel y los suyos, puedes parar en El Ventorro y deleitarte con un cordero lechal acompañado de uno de sus estupendos caldos. Una apacible sobremesa donde comentar lo sucedido o planificar la próxima escapada te dará fuerzas suficientes para volver a casa y comenzar con energías renovadas la semana. También puedes llevarte productos de la zona que te ayuden  recordar esta escapada.

Un abrazo y hasta la próxima.

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