Juan se va a Oxford
Me veo obligado a escribir, J. Keating me fuerza. Su última entrada me obliga, por alusiones, a redactar algo más que un simple comentario en su blog. A diferencia de Keating, yo he ido estudiando prácticamente todos los veranos. Aunque esto, no debería publicarlo, pues tengo hijos en edad de estudiar que podrían seguir mi ejemplo. A decir verdad, alguno de mis hijos ya lo hace sin necesidad de leer este blog. Corría, como bien dice J. Keating, el año 89. Yo acababa de terminar mi cuarto año de carrera. Apenas me quedaba un curso para obtener la ansiada segunda estrella y mi "despacho" de Teniente de Infantería. Ana, se propuso hacer de mi un hombre de provecho -algo que aún ahora después de tantos años no ha conseguido- y quiso enviarme a un curso de ingles en Oxford, quizá con la intención de poder entendernos en esa lengua bárbara que tan bien pronuncia con ese acento british. El caso es que al final, por diversos imperativos de la vida cambiamos de planes y decidimos real